Fotos de RAMIRO en el Diario de León (29-09-14)
Coincidiendo con la fiesta del Patrón de la Diócesis, León-capital suena a pendones, Cantaderas y carros; y La Virgen del Camino celebra su típica romería, en la que no pueden faltar los "perdones". Por eso, desde toda la provincia son cientos y cientos las personas que acuden a los festejos de la capital y a la romería virginiana.
Cartel anunciador
El último domingo de septiembre, la capital se vio inundada de carros y pendones, en un ambiente de fiesta y colorido típicos de este veranillo de San Miguel. El acontecimiento no le pasó desapercibido a Álvaro que, con el título A LOS CARROS, subió a su columna el tema agrícola-ganadero.
"Bajan los carros con el veranillo de San Miguel en la lona, acostado entre los frutos de una cosecha incipiente que no ha querido aguardar a la otoñada, los restos de la matanza que se agazapó en la hornera y los aperos de labranza colgados como exvotos entre los manteos. Vienen las vacas y los bueyes mohínos entre cabeceos para rendir los yugos, tercos pese a la aguijada de los pastores, con las castañuelas de los cascos sobre el empedrado y el badajo añusgado de los cencerros al cuello. Llegan los paisanos con las madreñas recién herradas y los tacos por estrenar, con la capa terciada sobre los hombros, el sombrero calado al bies, la camisa blanca almidonada y el fajín rojo con dos vueltas en la cintura. Lucen las mozas galanas que elevan a espadaña la pañoleta en la cabeza y esconden los ojos en el mandil bordado por sus abuelas cuando las miran los mozos, engallados para levantar al cielo una catedral de pendones orgullosos de sus pueblos. Se espesa un olor como de otros días, envuelto en la sangre y cebolla febril de las morcillas que hacen de tripas corazón en esta tierra. Retorna el soniquete de los tratos con un apretón de manos. Y entonces, entre la bruma de la mañana que todavía amura entre las tapias de la ciudad antigua, León vuelve a ser lo que mereció haber sido.
Foto RAMIRO
Las fiestas de San Froilán devuelven a la ciudad la herencia de sus antepasados. Un legado que viene desde antes de aquellas Cortes de 1188 que ahora se santifican como Cuna del Parlamentarismo, pero que se asientan en el único reino histórico que no tiene parlamento propio por verse uncido a Castilla, en contra de lo que quisieron y todavía quieren sus gentes. Una tradición que ahora se vende como souvenir por parte de los políticos confiados en que el turismo nos sacará de ésta, ya sin ninguna esperanza de desarrollo industrial, ni ayuda alguna del Gobierno o la Junta para propiciar un entorno en el que sea atractivo invertir y los jóvenes no se vean condenados a marcharse. Una herencia que hemos traicionado con el abandono del campo y la agricultura, con la sentencia que ya tiene el carbón como un costero, con un carácter ahormado por el victimismo fácil y la autocomplacencia de salón. Un espíritu que nada tiene que ver con esos paisanos que rendían la tierra con sus manos durante el año y, con el otoño en la puerta, entraban en León, tal día como hoy, subidos a los carros".
Foto RAMIRO
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