domingo, 5 de marzo de 2017

LA PUBLICIDAD Y LA EDUCACIÓN SEXUAL








El AUTOBÚS de la discordia.











       En nuestra actual sociedad de consumo, la PUBLICIDAD omnímoda lo abarca, condiciona y orienta prácticamente todo: la economía, la política, la religión, el comercio, el deporte y hasta el campo trascendental de la EDUCACIÓN. No hay nada que escape a sus brazos-tentáculos de pulpo.

      Ya decía don Camilo-J. Cela que "los necios, en vez de sesos, tienen testículos en el cerebro". Así se explica la proliferación, últimamente, de casos de pedofilia (incluso entre los religiosos y sacerdotes). Además de la consiguiente alarma social, se está desarrollando una especie de "obsesión sexual" en el ámbito educativo. No es de extrañar, que los padres sientan una seria preocupación cuando se pretende suplantar su papel en la tarea educativa.
  
       Una vez más, ÁLVARO ha traído el tema a su columna periodística, con su gracejo característico, bajo el título de LA PUSETA. 



Fútbol ALEVÍN en el Área Deportiva de Puente Castro.









       "El guaje pequeño llegó un día a casa con una de esas revelaciones que le cambian la vida a uno cuando apenas cuenta con dos años y medio: una de sus compañeras de clase tenía puseta. Fue un acontecimiento que repitió durante días a quien quería escucharlo, extrañado por el descubrimiento de no encontrar en su amiga el sobrante que él se estiraba en la ducha con abnegación de fakir, mientras espiaba a su madre a la salida del baño para confirmar la hipótesis de la investigación. No había duda: los niños tenían pito y las niñas puseta. No queda manera de engañarlo, aunque quepa la posibilidad de darle herramientas para que se enfrente a partir de esta verdad a una concepción de la vida en la que la sentencia por-mis-cojones se toma como argumento irrebatible.
       
       Por eso mismo, porque piensan con los cojones, los responsables de la Fundación Hazte Oír han rotulado un autobús con el que quieren engañar al guaje mío y, por extensión, a todos los demás con la apariencia de que les dan la razón. Porque hay niños que nacen con la identidad sexual cambiada y lo que necesitan es lograr, con la intervención y el tratamiento adecuado, que su cuerpo se corresponda con la realidad que viven. Si se sienten niños, que tengan pito; si son niñas, que cuenten con puseta. Nada aberrante, si se aplica la ciencia médica al principio evolutivo de la necesidad y el miembro, aunque quiera hacerlo pasar por tal el razonamiento apopléjico de un colectivo ultraconservador que, como su nombre indica, tiene que hacer grandes esfuerzos para encontrar quién les escuche.

       No creo que el problema pase de ahí. No me parece que tengan que tener más censura que la que se aplicó toda la vida a los tontos del culo, a los que no se hacía ni caso. Pero, ahora, a cualquier imbécil le da pábulo la audiencia, empeñada en retroalimentar los juicios, por estúpidos que sean. Sin querer, se concede crédito al refutarlos como un testimonio de autoridad, cuando antes no pasaban de ser los que hablaban en alto en el bar, mientras los demás miraban a la tele para ignorarlos. Quizá no baste esta vez, aunque no creo que ese autobús incite por si mismo al odio, ni pienso que se deba conculcar la libertad de expresión por la manifestación retrógrada y repulsiva de un colectivo que ya ha dado muestras de su homofobia, su integrismo y sus méritos para ganarse el rechazo social. Esa debe ser la respuesta de una sociedad madura, no la prohibición. Eso lo sabe también hasta un niño".


Dos vistas originales de BOÑAR (fotos de Chema AYERZA)








        


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