martes, 16 de enero de 2018

LAS ÚLTIMAS NEVADAS ALIVIAN LA SITUACIÓN DE LOS EMBALSES


El PANTANO DEL PORMA (arriba e I en noviembre-2017) y el 14-01-2018 (Dcha).









       El año 2017, recién agotado, pasará a la historia -entre otros motivos- por ser uno de los más secos de las últimas décadas; por ello, las reservas hidrológicas de la Cuenca del Duero han registrado mínimos históricos y han permitido volver a ver los pueblos anegados bajo las aguas de Riaño, Luna, Porma... (con la consiguiente nostalgia de los lugareños supervivientes al cierre de estas presas).  Menos mal que los comienzos del año 2018, recién estrenado, nos han permitido recordar aquellos inviernos de copiosas nevadas en la montaña oriental. Y es que el refranero popular encierra toda una filosofía de vida: el invierno no se lo come el lobo, año de nieves... (¡a ver si es verdad, que buena falta nos hace!).
       Después de cierto tiempo sin subirme a la columna de LA LIEBRE, quiero volver a hacerlo por primera vez en este AÑO NUEVO y, con el permiso de mi hijo ÁLVARO, traigo a colación su último artículo titulado NIEVE. Le cedo, pues, a él la pluma.


La NIEVE en el Polígono de La Torre (León)


       "Mi madre abría la portezuela de la cocina bilbaína y sacaba el rodillo de barro cocido que se había fogueado en el hueco del horno bajo la lumbre, atizada con insistencia para que no se helara la casa de Boñar. Con cautela, como si portara el primer fuego de los dioses, llegaba a mi habitación, metía la mano por debajo de las mantas, lo deslizaba por todas las sábanas y lo dejaba con cuidado a mitad de la cama, con la rodea puesta por encima, para que yo espantara el tembleque con los pies apoyados en ese calor que templaba todo el cuerpo de un latigazo. Fuera, las ramas esqueléticas de los árboles se teñían de canas con la ventisca que descendía del puerto y agitaba nerviosa las persianas. De repente, se callaba. Todo quedaba congelado y, como si fuera un regalo, empezaban a descolgarse del cielo los falampos parsimoniosos de la nieve con los que se descorría el telón, ahora sí, del invierno.

       La nevada inaugural en León trae al invierno del ronzal como la primera cereza presenta al verano, aunque el solsticio se empeñe en marcarle otra cosa al calendario. La memoria de la nieve, como consagró Julio Llamazares en el título de un poemario, vuelve cada año para ubicarnos en la historia de una provincia donde los paisanos conocían el límite territorial de los pueblos por la linde hasta la que debían espalar para salir y que continuaran los del siguiente; donde se abrían galerías para que las vacas pudieran bajar a beber agua al río; donde al abuelo había que velarlo tres días en el corral porque no escampaba para poder subir hasta el cementerio con el ataúd al hombro y cavar la tumba en que la tierra le fuera leve. La nieve no era un souvenir, como ahora, cuando se aprovechan los primeros copos para desafiar a los avisos del temporal, meterse en el coche en playeros y tirar carretera adelante sin cadenas con impertinencia, hasta que aparezcan la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME) para redondear la aventura; ni tampoco un arma arrojadiza política que desnuda las miserias de la incompetencia del Gobierno -hace 8 años el PSOE y ahora el PP, ¿verdad, Mariano?- para gestionar el operativo y poner en su sitio a la concesionaria de la autopista.

       Es mentira que ya no nieva como antes. Somos nosotros, que hemos cambiado."



El muro del pantano del Porma (18-11-2017)


El DIARIO DE LEÓN INFORMA DE LAS RESERVAS HIDRÁULICAS







No hay comentarios: