miércoles, 24 de julio de 2013

DESDE LA COLUMNA AJENA (15): "CEREZAS".


 
 

     El verano trae consigo una serie de connotaciones: calor, vacaciones, playa, montaña, viajes... y FRUTA. En nuestros pueblos de la montaña oriental leonesa, a pesar de la crisis en la agricultura y la ganadería, sigue habiendo huertas con árboles frutales (manzanos, perales, ciruelos, nogales... y CEREZAS). Dependiendo de cómo haya venido el invierno y la primavera, hay más o menos fruta. Este año, además de nueces y otras frutas, hay abundancia de CEREZAS. Por eso, a Álvaro se le ha ocurrido subir a su columna LA LIEBRE esta fruta deliciosa (entre otras muchas).
 
 


 

Cerezales  e invernadero en La Reguera
 
 
 
 
 
 
 
 
       "El verano trae horquillada de la oreja una promesa de CEREZAS. Un anuncio que salpica de rojo las hojas del frutal en las huertas, donde se siente por las tardes el rumor risueño de las presas a medio cegar por las que se desliza el agua para regar lo sembrado. Una esperanza abierta, mientras el invierno todavía anda trepado a los riscos en los que se encasquetan los neveros, después de una primavera que empezó a abrir casas por San José y que, por San Juan, ya tiene cola en el caño y filandón en los bancos de la plaza cuando se entorna el sol.
 
      Hay paisanos encorvados con la azada en la mano para abrir un surco de patatas y otro de judías. Mujeres que hacen la labor a la espera de que pite el panadero en la calle y piensan para pedirle mañana al pescadero. Rapaces que se suben a las tapias con sus varinas de salguera para buscar entre las piedras los apostaderos de las lagartijas y divertirse con sus rabos dislocados. Y esa modorra estival de los pueblines leoneses que se desperezan tras una siesta de meses en la que mueren un poco cada año.
 
      La ordenación territorial de la que presume la Junta, con el sello del Consejo de Estado, se estrella por estas fechas con las necesidades que apareja la vuelta al pueblo. La trasterminancia de la población a la que echó el frío, la falta de recursos, la ausencia de servicios, la apuesta por la urbanidad que defiende que, para ahorrar, sobran paisanos.
 
      Que, en estos tiempos de escasez, Grandoso se hace Benidorm y no hay mejor manjar que el lomo de padre, que no se encuentra otro sitio para poner la toalla que la cantera del pantano del Porma ni otra senda atractiva que la que desvela el Ausente cuando le silba el Isoba, que como en casa no se está en ningún sitio.
 
     Ser de pueblo se ha convertido en una etiqueta con la que adornar las vacaciones, cuando antes no llegaba para más que el día de la patrona y las vísperas. La única apuesta verdadera por el desarrollo rural que no han sido capaces de impulsar los gobiernos de ninguna de las administraciones: ni el Estado que lo utilizó como publicidad, ni la Junta que bastante tiene con mirar para el eje de Valladolid y Burgos, ni la Diputación dirigida por urbanitas.
 
      Dos meses de gloria en los que soñar que habrá cerezas todo el año. Que esto es lo que se gana aquí".




 

 

 
 
 
 
 

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