Cuando, apenas rebasados los sesenta, uno se siente abuelo por segunda vez (sin ser bis-abuelo), experimenta una doble satisfacción de agradecimiento: a Dios y a la vida. A Dios, porque sigue siendo providente en un mundo plagado de problemas y crisis innumerables; y a la vida, regalo y don precioso con que Él nos ha dotado a los humanos, hasta hacernos casi inmortales.
Sólo poder contemplar la cara con que MARTÍN (el primogénito), disfrazado de médico-enfermero ("como avo Emilio"), recibió a su tato Mateo, es una escena impagable y difícilmente traducible en palabras. Rodeado de sus padres y abuelos (maternos y paternos), sus manos acariciaron con ternura extrema la cabecita del hermanín, al tiempo que a todos se nos encendieron los ojos y el corazón nos latió con energía especial.
A MATEO
Morenito, ojos azules,
-mamá dice que es "luniego"-
y papá se queda absorto
al contemplar a MATEO.
Con apenas unas horas,
succiona el pecho materno,
mientras se duerme tranquilo
y nos sueña en sus adentros.
Es parecido a MARTÍN,
que mira con embeleso
y promete defender
a su hermanito pequeño.
Uno es inquieto, nervioso,
el otro parece un cielo;
los dos animan la casa
como feliz complemento.
Bienvenido, niño hermoso,
siempre te protegeremos.
¡Enhorabuena a los "papis"!
¡Sé bien llegado, MATEO!
12 días después del parto
2 comentarios:
Que bonito por Dios, si hasta se me caen las lágrimas de la emoción que siento al leer la dedocatoria al recién llegado Mateoñ
Cris
Cris: Ya veo que lo de la emoción es contagioso (e, incluso, hereditario). Para que encuentres las fotos,tienes que seguir pulsando el cursor de la derecha hasta que llegues a ENTRADAS ANTIGUAS... y encontrarás una de las primeras titulada LA MUERTE DE UN ÁNGEL. Si no aciertas, pregúntale a Nacho, o a uno que "june" un poco. Un besote, mi niña. Pedro.
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