martes, 18 de diciembre de 2012

(DESDE LA COLUMNA AJENA -5-) NACER.


 
El abuelo con MARTÍN y MATEO
 
 
       Decir NAVIDAD es sinónimo de NATIVIDAD, NATALIDAD, NATALICIO... NACIMIENTO. Los que ya peinamos algunas canas experimentamos una emoción indescriptible cuando volvemos a sentirnos padres a causa del NACER de los nietos, aunque tengamos fama de que los malcriamos. Es un "sambenito" que soportamos con resignación cristiana. Cuando nació MATEO (mi segundo nieto), su padre ÁLVARO publicó en su columna periodística un artículo, que paso a entresacar (siempre con su aquiescencia). En homenaje a ese NIÑO, cuyo NACIMIENTO ha dado lugar a todos los BELENES del mundo.
 
 
       "La vida te anida entre los brazos un viernes cualquiera, instaurado a partir de entonces en el santoral de los rituales caseros. Se acurruca en la palma de tu mano como un pájaro sin pie de rama. Te mira y se mece poco a poco con los párpados hinchados de todos los sueños que no dormirá, de todas las miradas que le limarán el lagrimal cuando el tiempo le afile el rostro.
      La vida amanecida se te mete en el cuerpo con el mismo olor de la nata que mana de la leche caliente encima de la chapa, en la trébede de la cocina de las abuelas. Y su persistencia te remite la deuda de que los nietos son el tiempo que los hijos devuelven a sus padres.
      La vida te saluda en agosto, que es el mes que se traga todo el año. Las cabañuelas en las que se resumen los otros once meses que rabian por no poder serlo. Todo lo que no ha pasado sucedía en agosto; siempre con algo por empezar, siempre al borde de que todo se acabe.

  

 

Quinto cumpleaños de MARTÍN (izqda.) y primero de MATEO (dcha.)





      La vida te mira como si siempre te hubiera visto. Si le clavas las cuencas en sus ojos, te asoma al vértigo de verte por dentro, de saber que lo que venga no acabará contigo. El recuerdo que liga el eslabón nuevo de la cadena con todas las manos que lo han traído aquí: manos abiertas en el trabajo del campo y la cuadra, manos poderosas en el trajín del hogar, manos recias en la creencia de que vale más el apretón de un paisano que la firma de un ministro... Herencias de las razas que han poblado esta tierra desde que Estrabón dejara memoria. La vida te desvela por las noches con sus respiraciones acompasadas. El vaho que deja en los espejos la imagen de un corazón a la carrera, novato en sístoles y diástoles, inocente para comprender todavía que el truco reside en aprovechar el escape del reloj: el espacio que queda entre el tic y el tac. Pero es pronto para perder tanto tiempo en crecer. La vida te besa en la boca cuando se agarra con los labios al pecho. Se acocha en la horma de tu hombro y murmura secretos que sólo se trasmiten por la sangre, al oído. Entonces, cuando se te amarra al dedo y lo aprieta como si fuera su única oportunidad, si miras bien te das cuenta de que, en la huella dactilar, se puede leer todo el legado filosófico del mundo: que tú vives, hijo mío, para que nosotros podamos seguir viviendo".
 
 
 
MATEO aplaude a MARTÍN (izqda.). Piñata en el cumpleaños de MATEO (dcha.)




 
 
 
 

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