jueves, 20 de junio de 2013

VEGAMIÁN EN PARDOMINO (FIESTA DE "SAN ANTONIO")






Panorámica del pantano (I) y Fiesta de SAN ANTONIO, 15-06-2008 (D)


      Aunque hace algunos años que no acudo a la FIESTA DE SAN ANTONIO en PARDOMINO, conservo recuerdos agridulces de esta fecha. Uno, sobrecogedor, cuando allá por el año 1954 un incendio voraz asoló la casa de mis padres, coincidiendo con la romería de San Antonio en Vegamián (todavía hoy, el fuego me sigue impresionando profundamente). Otro, festivo, desde que disfruté con los paisanos vegamienses en la celebración de su Santo Patrón.

      En mi hemeroteca particular, conservo un artículo publicado por mi hijo Álvaro (con el seudónimo C. Villa González) referente a la romería de Pardomino, cuyo titular rezaba así: EL PRINCIPIO DE LA HIDRÁULICA. De él, pues, voy a entresacar algunos párrafos.

     "... Amenazó toda la mañana con agua, pero no fue como en el otoño del 68. Entonces, la misma agua, que ayer sólo molestó, se derramó por el vaso de un valle que perdió su imagen para que otros encontraran el pan. El principio de la hidráulica, como definen los ingenieros a la máxima de que "el agua para abajo y los de arriba que se jodan".

     Pero todo el valle -Vegamián, Utrero, Armada, Quintanilla, Ferreras, Campillo, Camposolillo y Lodares-, como cada año desde hace 45, revivió en el recuerdo de los miles de exiliados por el agua y el progreso, por la planificación estatal y la primacía del Páramo sobre la Montaña. Por San Antonio de Padua, en los rescoldos, trasladados a Pardomino, los que fueron y los que no podrán ya ser montañeses del Porma honraron al patrón que mantiene perenne el recuerdo de la tierra y las raíces.

     En Pardomino -que se dice que tiene tantos valles como días el año-, los cientos de asistentes al homenaje de la memoria de VEGAMIÁN elevaron las súplicas al santo, en el altar construido para no perder la imagen de lo que fue la Ermita de San Antonio, rodeados de los valles y camperas que quedan como ejemplo visible de lo que se cubrió con manto líquido. Allí, en el escenario triste de lo que no volverá a ser, el padre Florencio Fernández (impulsor del reencuentro durante estas cuatro décadas) celebró sus bodas de oro sacerdotales rodeado de sus paisanos y amigos, con los que plantó un árbol, en el papel de padrino, acompañado por Teresa Fernández como madrina.

     Hubo procesión, con la imagen del santo a cuestas, hubo misa, hubo comida, hubo juegos tradicionales e infantiles, y hubo bailes y cantes. No faltó aquél de "soy de Vegamián, de la villa más guapa / soy de Vegamián, donde más corre el agua". Y, por lo segundo, ahora ya no hay lo primero".


   

ECOS DE PRENSA EN 2013



   



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