lunes, 9 de octubre de 2017

ROGELIA (MADRE, ABUELA Y BISABUELA): D. E. P.


Una boda (ROGELIA y LUMI) y dos bautizos (MARTÍN y MATEO).


       Con emoción contenida en el pecho y alguna lágrima en el rostro, quiero traerte a este mi blog para rendirte un homenaje profundo y muy sentido. Al poco de perder a mi madre Sagrario (con tan solo 56 años de edad), tuve la suerte de encontrar en ti a una segunda madre. Acogedora, cariñosa, entregada, siempre al pie del cañón; jamás me reprochaste nada, me defendiste en todas las circunstancias (y, tú lo sabes bien, alguna vez me merecía algún tirón de orejas). Pero no, nuestro cariño fue inquebrantable en todo momento. Hasta el último instante en tu funeral en el que, cuando la voz se me entrecortó, los AMIGOS DEL CORO me echaron un capote. Siempre estarás en nuestro corazón, junto con los otros abuelos (Sagrario, Lumi, Cruz y Bernardo); tus hijos, nietos, biznietos y demás familia, además de los muchísimos amigos que te acompañaron en la misa de funeral, nos emocionamos intensamente cuando tu nieto ÁLVARO te despidió (perdón, charló contigo) al final de la ceremonia. Y, antes de que la emoción me vuelva a bloquear, le paso a él el testigo para que sigáis con vuestra charla entretenida.



GÜELA

       "La veo venir por la vereda adelante con el sombrerín de paja en la cabeza, la aguijada en la mano izquierda y la derecha terciada sobre el hombro, en el que descansa la azada con descuido. Pasea sin prisa, como tantas veces a la vuelta de las labores del campo, mientras el sol atardece a su espalda como si la teloneara y la sombra la adelanta tres pasos al borde de soltarse. "No corría el agua", me dice cuando nos cruzamos en el arranque del camino que divide las fincas de La Reguera, antes incluso de que le pregunte. "Fui a limpiar un poco la presa para que se riegue la finca", me insiste socarrona desde los ojos que se ahondan en las arrugas del friso de sus entonces más de 80 años. "Agüela, ¿no podías decirlo?" - me excuso-. "Mientras yo pueda...", la escucho, todavía más diez años después, ahora que cierro los ojos para poder recordarla resguardada en la trastienda de la memoria, donde queda ya desde ayer, sin más remedio, mi infancia.

       La llave la echa mi güela ROGELIA al salir por donde lo hicieron mis otros tres abuelos. Pero aún me cuelo otra vez por esa puerta, a mitad del pasillo que daba a la carnicería de la plaza de Boñar, y sigue ahí, detrás del mostrador, desde primera hora de la mañana a pesar de que ayer se acostó la última. Se acerca y me cuenta una vez más cómo trabajaba de niña en la Cueva de los Quesos que ahora duerme bajo el estrecho de Armada, cómo estuvieron los moros en los parapetos del monte de Las Canalinas por cima de Utrero en aquéllas del 36, cómo sonaba el acordeón con el que la hija de Lauro llenaba el dúo de Cándido y su padre en las romerías de la ermita de San Antonio de Padua, cómo el agua arrastró el valle de Vegamián en su curso con la vida a cuestas y todo por estrenar, cómo cosió una familia con el hilo de la humanidad inmensa de mi abuelo LUMI para llegar, por medio de mi madre, hasta mí y a sus biznietos. Me acuerdo de todo eso ahora que tengo frío. Ahora que sé que ya no habrá quien me arrope cuando descabece la siesta en el escaño de la cocina, porque nadie me hará nocilla casera con azúcar y colacao mezclado en el tarro de la margarina, porque en Viernes Santo no quedará bacalao al ajo arriero para merendar, porque no habrá hornera que huela como aquélla que ella atizaba para lustrar la matanza, porque necesitaré que alguien disculpe mis trastadas y no quedará nadie alrededor para ordenar que dejen al niño en paz. "Mientras yo pueda..." ¿Pero quién lo hace ahora, güela? Ya no tengo quien me excuse cuando quiera ser niño."


OTROS MOMENTOS DE TU BIOGRAFÍA










Tus biznietos en el último cumpleaños


SIEMPRE ESTARÁS CON NOSOTROS

No es fácil ser centenaria,
y tú por poco lo has sido;
cumplidos noventa y seis,
nos has dejado en suspiros.

Con lágrimas en los ojos
y emoción muy contenida,
protégenos desde el cielo
con Lumi en tu compañía.






6 comentarios:

Paty Fuertes Caballero dijo...

Cuanto lo siento tío Pedro porque se lo que la quieres como a una madre y a ti Álvaro q te digo, lo doloroso q es ver partir a la güeli 😘😘😘😘

Pedro Caballero Rodríguez dijo...

Gracias, gracias, PATY. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Cuanto siento la perdida de tu abuela Rogelia hermana de mi abuela Piedad que no conocí.Tengo buenos recuerdos de ella ,me trataba muy bien cuando iba a Boñar.Rogelia que Dios te tenga en la gloria.Muchos besos a toda la familia y mucho animo.

Anónimo dijo...

Hacía mucho tiempo que no la veía. Era prima hermana de mi mamá.
Eran todas muy guapas.
D. E. P

Luis Alberto dijo...

Lo siento, Pedro, igual que en su día con Lumi; me enteré hoy; a Rogelia siempre la recordaré con entrañable cariño cuando iba a recoger la carne de La Fonda y la bondad de sus palabras: "dónde va el nietín". Un abrazo para toda la familia.

Pedro Caballero Rodríguez dijo...

Gracias, ANÓNIM@S, y LUIS-ALBERTO por vuestro recuerdo hacia ROGELIA. Un abrazo.