sábado, 29 de marzo de 2014

DEFENSA RAZONADA EN FAVOR DEL "FÚTBOL"



Fútbol ALEVÍN en El Soto (Boñar)

        Los que hemos jugado al FÚTBOL desde los años más niños (en el Seminario no teníamos prácticamente otro deporte) tenemos argumentos suficientes para considerarlo como una escuela de aprendizaje y un medio de socialización. No obstante, ello no nos permite justificar las manifestaciones de violencia (dentro y fuera del campo) por parte de algunos jugadores o espectadores. 

          Por eso, los acontecimientos recientes en el FÚTBOL PREBENJAMÍN de la capital han exacerbado un tanto los ánimos de la opinión pública (provincial y nacional) y, con el pretexto de una agresión a un árbitro de 16 años por parte de un padre encafrecido, se ha querido culpabilizar incluso a su hijo de 6/7 años. Álvaro, como practicante que ha sido de este deporte federado durante muchos años, ha llevado el tema a su columna LA LIEBRE con el título EL BALÓN. Y éstos son sus argumentos en favor del FÚTBOL, argumentos que suscribo en su totalidad.



Equipo de CHUPETINES (León)                                                                                Alevines en El Soto (Boñar)       


       "Le debo al balón la mitad de los nombres de mi agenda de amigos, cuatro lecciones básicas para ir por la vida con la conciencia de que nunca se sabe por dónde te puede venir la patada, un puñado de sensaciones que rebusco para seguir adelante cuando siento que no puedo más, miles de horas alejado de los vicios que espantaba el balón, media docena de victorias que duraron un segundo, decenas de derrotas que me recordaron al madurar. Los campos y los vestuarios me dejaron un catálogo aprendido que todavía hoy me sirve para retratar apenas con dos gestos, en un entorno profesional o social determinado, a los egoístas, a los vanidosos, a los cobardes, a los falsos, a los generosos, a los humildes, a los valientes y a los de verdad. Una escuela en la que conviven lo mejor y lo peor. "Porque, después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol", como escribió Albert Camus, quien fue portero antes que Premio Nobel. Un mundo en el que un padre es capaz de pegar a un árbitro de 16 años que pitaba un partido de prebenjamines, donde los niños tienen entre 6 y 7 años, pero que guarda decenas de personajes entregados a educar a generaciones (¿verdad, HERRE?).

       El incidente refleja la realidad que, cada fin de semana, se puede observar en decenas de campos. Partidos en los que padres, familiares y amigos de los jugadores convierten la banda en un pasillo para los insultos gratuitos, contra árbitros y adversarios, cuando tendrían que cambiar la cancha por el diván de un psicólogo.  Personajes que se crecen entre las risas de los cercanos hasta que, un día, a uno se le escapa un bofetón y todos los demás se echan las manos a la cabeza. Los titulares, los minutos de telediario nacional, las tertulias radiofónicas... Y la feria de los despropósitos: la ruindad con la que la Directiva del Club El Bosco decide echar al niño cuyo padre agredió al árbitro y, luego, se ve forzada a readmitirlo por la presión del resto de progenitores; la hipocresía con la que los colegiados aceptan ir a los campos, salvo para arbitrar al equipo del chaval.

       Tiene razón Maradona: "El fútbol es el deporte más lindo y sano que existe en el mundo. Eso no le quepa la menor duda a nadie. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué. La pelota no se mancha".  Jueguen al fútbol.







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