Entrada a Rucayo (I) y vista panorámica desde el cerro frente a la iglesia (D).
BREVE RESEÑA HISTÓRICA.-
(RIOCAVO o río cavado o cauce de agua).
Este pueblo se menciona por primera vez en documentos de la Edad Media del año 1088.
Pertenecía al antiguo Concejo de Peñamián, y luego al ayuntamiento de Boñar.
Dista de Boñar 16 kilómetros. Se encuentra enclavado en lo más alto de estas montañas.
Su iglesia parroquial, de mampostería, se terminó en el año 1817 y está dedicada a San Miguel Arcángel, si bien las fiestas patronales se celebran el día 21 de Julio en honor del Santo Cristo de los Afligidos.
En término de este pueblo, junto a la peña del Cuervo y la del Castiello, había unas fortalezas militares.
Este pueblo, al igual que otros vecinos, arrendaba antiguamente los puertos, inivitándose al pueblo con dos ovejas el 16 de Agosto, fiesta de San Roque. Esta comida era conocida como la fiesta de la "machorra".
A media mañana, en un día de julio con claros y nubes, emprendo ruta al pueblo más alto del municipio. A 6 kilómetros de Boñar, tomo el desvío a la izquierda coincidente con Valdehuesa y el Museo de la Fauna Salvaje. La carretera-camino de montaña (que se encuentra en labores de bacheado) bordea el embalse del Porma hasta llegar, serpenteante, a RUCAYO. El pueblo se encuentra enclavado en el valle del río Lagüeria y rodeado, en su zona norte y oeste, por la Reserva Regional de Caza de Mampodre.
En otro tiempo, la mina de carbón de Utrero, además de la agricultura y la ganadería, favorecieron el florecimiento de esta aldea; pero la explotación hullera fue abandonada en torno a 1965.
Al igual que Orones y Valdehuesa, Rucayo se rige en concejo abierto, presidido por una Junta Vecinal de tres miembros. El presidente de dicha junta es actualmente Ignacio Liébana.
Apenas tomo las primeras fotos a la entrada del pueblo y aparco el coche al lado de la iglesia, me reencuentro con dos "viejas" amigas de la juventud: Carmen y Conchi Huerta (hermanas de Julián, prematuramente fallecido en la déccada de los 80). Ellas, junto con otro matrimonio, son los únicos habitantes residentes durante todo el año.
Tras recordar mi última estancia en su pueblo y en su casa, allá por los inicios de los años 70 en abril (coincidiendo con el Festival de Eurovisión), con una nevada de las de antaño, nos plantamos en Rucayo con el 850D Avelino, Luis Felipe "el municipal" y el que suscribe. Aquello sí que era una "nevadona": paredes laterales de más de dos metros (después de haber pasado la pala de Aldeiturriaga). Pero eso ya es historia de "nieve pasada".
De esta forma, las hermanas Huerta se convirtieron en mis privilegiadas informantes acerca de todo lo referente a Rucayo. Gracias a ellas, me enteré de que, desde el puente de entrada hasta la última casa de la calle Real, media un kilómetro. Asimismo, me indicaron la ubicación de las dos peñas citadas en la BREVE RESEÑA: la del Cuervo y la del Castiello.
Peña del Cuervo (I) y Peña del Castiello (D)
Después de la charla amena e inolvidable, me encontré con la que resultó ser la mujer del "asturiano" (matrimonio citado antes). Ella me acompañó por el camino que conduce a Utrero (enriquecido con el sonido agradable de la corriente del Lagüeria y la sombra de los robles) para fotografiar las dos peñas, y me animó a hacerlo a pie ("que es muy saludable caminar"), aunque la distancia era de un kilómetro aproximadamente. De regreso, le agradecí la información al tiempo que aproveché para hacer una foto histórica, en plena faena de la siega acompañando al marido. Gracias, de nuevo, señora.
Escenas de la dura faena de la siega
Ya de regreso hacia Boñar, saco otras fotos del ganado "de puerto" a ambos lados de la carretera, así como de la mini-central hidroeléctrica a la salida del túnel del Curueño, y desando la distancia de los 16 kilómetros largos hasta la "villa del Negrillón".
ALBUM DE MI VISITA A "RUCAYO"
(Un paseo por la calle Real)
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